Sumo es una de las bandas más importantes del rock underground latinoamericano. La leyenda cuenta que un pelado heroinómano llamado Luca Prodan escapó de Europa tras una sobredosis, encontrando refugio en las sierras de Córdoba, ciudad donde planeaba crear una suerte de búnker bucólico que le permitiera sobrevivir en lo que se veía como su hora más oscura. Nadie pensaba que este intento desesperado de aferrarse a la vida terminaría cambiando la historia de la música argentina, y generando un impacto tremendo en los países aledaños.
Como se ha repetido hasta el hartazgo, Sumo cruzó estilos y movimientos. Luca Prodan llegó a nuestro continente con el punk, el reggae, el funk y el post-punk bajo el mismo brazo, y pronto su nueva agrupación terminó siendo un charquicán de estilos que le voló la cabeza a los jóvenes que vieron sus conciertos y escucharon sus discos durante mediados de los ochenta. Más aún en un contexto donde la guerra de las Malvinas había prohibido la música en inglés en Argentina, haciendo que sus canciones bilingües fueran, por esencia, contestatarias.
Mucho se ha escrito (y ¿más se ha hablado frente a unas cervezas) sobre qué es el punk, qué representa y qué es lo que hace a un punk ser realmente un punk. Fuck You! El último show no solo despierta de nuevo estas preguntas, sino que también es un retrato de Luca Prodan como figura mítica del underground latino, al mismo tiempo que muestra el poder arrollador de Sumo, además de dejar ver el choque que produce la banda con su contexto, lo que finalmente la vuelve tan especial. ¿Es eso el punk?
Para nuestra suerte, la XX edición del Festival In-Edit decidió exhibir de forma gratuita y al aire libre en Plaza Ñuñoa este documental, cuyo metraje parte con el siguiente mensaje:
“A principios de octubre de 1987, Luca Prodan le pidió a su amigo Rodrigo Espina que comenzara a registrar en vídeo los conciertos de Sumo, porque no creía que fuera a llegar vivo a fin de año”.
Para este concierto específico —en el Estadio Obras Sanitarias y en el que el grupo presentaría su tercer disco: After Chabón— Espina no pudo estar presente, así que delegó la cámara a su amigo José Luis García, que con 22 años acompañó a Luca en la micro que lo llevó al estadio, grabó la prueba de sonido, el backstage y finalmente el concierto completo. La única indicación que Espina le dio al joven director fue: “Sigue siempre a Luca”.
Así, el documental es una grabación lo más casera posible (algo que no ayuda en su exhibición al aire libre) de todo lo que fue ese día. Una cámara de VHS que tiene fallas notorias y un micrófono que apenas capta sonidos. Se pueden ver a los músicos hablando, debatiendo, ensayando, escapando un rato al bar; también a los fans llegando al recinto, gritando y buscando hacer payasadas frente a la cámara. Si bien este no fue el último show de Sumo (faltaban algunos antes de la muerte de Luca), sí deja entrever cómo funcionaba todo en esos tiempos, tanto de forma interna en la banda como de forma externa en los conciertos de rock argentino.
Romantizando en comunidad al ídolo
Es extraño, pero el punk, el rock y el under —y en general los géneros musicales que más se presentan como “rudos”— tienen una preponderancia a romantizar todo lo que ya no está, sean tiempos anteriores, ritmos pasados de moda o personajes muertos (sea por accidentes o su propia autodestrucción). En ese bosque de romantización, Luca Prodan debe ser uno de los árboles con el tronco más grande.
Durante los ochenta, “la verdad” o “lo real” era lo más cotizado. Los punks comenzaron a renegar de las divisas imperantes como el dinero y se decantaron por divisas simbólicas, como el discurso, el alcohol o “la honestidad”. Fuck You! muestra cómo funcionaba ese mundo, donde el saxofonista de la banda, Roberto Pettinato (más adelante devenido en conductor de televisión) se para frente a la cámara impostando una personalidad, hablando de Stravinsky y explicando como Luca no es un “personaje” como él, sino que un tipo “real”, que sale a tomar con los borrachos de la esquina y compra el pan en el almacén del barrio.
Pero este registro deja claro que hay varias facetas del vocalista: un humano que antagoniza con su figura romanizada. La primera es la de un Luca correcto, que presenta el concierto como “un show dedicado al amor y a que la gente se respete uno a otro”. Este es el Luca que se puede romantizar, como pasa en ese otro momento donde Andrés Calamaro sube al escenario y el publico comienza a llamarlo de forma despectiva “puto” (ya saben, lo peor que podía ser un hombre rockero en los ochenta era ser homosexual), pero Prodan sale jugando al aseverar que “acá somos todos trolos”.
Al mismo tiempo podemos ver a otro Luca en el backstage; por ejemplo, cuando las coristas —amigas y parejas de la banda— no están seguras de subir al escenario, el vocalista rápidamente dice que no es necesaria una razón filosófica para actuar. “Sumo es eso, es gente que quiere subir y hacer. Está para subir, y lo hace. Si no tienen las bolas para hacerlo, entonces no”, dice con tono despectivo frente a las coristas que eventualmente se subirán pero que están expresando una preocupación a la que Prodan no parece hacer caso. “Si tienen un problema que vienen arrastrando desde la niñez, entonces no”, continúa el mismo hombre que está buscando que el público respete al otro.
Con esto no se quiere crucificar la imagen del músico; muy por el contrario, se busca al humano que hay dentro del rockstar y que le da bencina al humorista rebelde sobre el escenario. En el libro Sumo por Pettinato, en la página 207, hay un testimonio anónimo que habla de cómo, con la fama y las nuevas amistades, ‘Luca el humano’ terminó creyendo que tenía que ser todo el tiempo ‘Luca el rockstar’ y termina explicando que “Luca buscaba una familia. Como si buscara una familia que no le rompiera las pelotas, una familia propia a la que él sólo decidiera pertenecer o no”.

Yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos
Como ejemplo final, hay un momento de Fuck You! donde alguien —no queda claro quién— deja entrever que toda la grabación del documental es un proyecto egocéntrico que viene desde Luca, quien se defiende diciendo que los que graban son sus amigos y que no hace nada de esto por él mismo. La pregunta entonces cae de cajón:
¿Lo hace porque sabe que morirá y quiere dejar registrado este gran momento de Sumo? ¿Lo hace porque presiente la muerte y así puede alimentar la imagen de icono punk barrial que ya tenía? ¿Lo hace como el último esfuerzo por aferrarse a la vida? ¿Todas las anteriores?
Los punks más “reales” dirán que estas son preguntas profanas, pero yo creo que Prodan estaría feliz de debatirlas con unas ginebras (y probablemente me haría cagar con sus respuestas, dejándome como un idiota), pero Fuck You! El último show no tiene miedo de mostrar a estos músicos como ellos decidieron mostrarse (o no) frente a la cámara. Por eso gente como Ricardo Mollo habla poco, Luca y Pettinato mucho, y el resto de la banda (Daffunchio, Troglio y Arnedo) casi nada.
Luca siempre buscó provocar, en especial en un contexto tan álgido como Argentina en los ochenta. En este show pasa exactamente lo mismo; por ejemplo, cuando tocan ‘Lo quiero ya’, que termina con los gritos que dicen “No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”. El público canta con todas sus energías esta última parte, solo para que al terminar Luca diga: “Hay que ser muy boludo para cantar eso”.
Sumo fue un manotazo de ahogado dado por un adicto a la heroína intentando aferrarse a la vida. Este documental es una muestra clara de que Luca Prodan logró conseguir una extensión, pero cuando la cámara de VHS se encendió ese día, el cantante ya no estaba aferrándose a la vida como antes, y si bien hace de todo para que no se note que la muerte está respirando en su nuca, es imposible disimularla, es imposible esconder la humanidad máxima que sale a flote al enfrentarse a la muerte. Es más: podríamos decir que también es imposible disimular que, ante la pregunta de qué es el verdadero punk, la respuesta de la banda sería lo mismo que le dijo Borges al punk en Londres:
“Fuck you”.