Por: Aldo Vidal
X-Men ’97, creada por Beau DeMayo, se sitúa un año después del doloroso final de X-Men: la serie animada (1992), marcado por la trágica muerte de Charles Xavier. Sus discípulos mutantes, aún en pleno duelo, reciben la visita de su máximo antagonista, Magneto, quien les revela que el último deseo del Profesor X fue que él asumiera el liderazgo del grupo.
De ahí en adelante todo el estilo construido hace 27 años se despliega sin culpas, con alusiones a la serie original, las clásicas disputas entre los miembros del clan mutante y una intensa banda sonora. El mismo tono que recordábamos, con diálogos exagerados, tramas a toda velocidad y alegorías sobre racismo, homofobia y exclusión, condensadas en diez episodios.
Pero la mejor cualidad de la serie es que se arriesga más allá de la nostalgia y apuesta por decisiones narrativas audaces. Por ejemplo, eliminar a un personaje principal en el quinto episodio o ambientar un capítulo completo en medio de un intento de golpe de Estado en un lejano planeta. Así X-Men ’97 logra replicar su carácter original, y al mismo tiempo actualiza sus temas para resonar con el público contemporáneo.
Consigue que la eterna pugna moral entre Magneto y la humanidad se sienta más pertinente que nunca. La lucha por la coexistencia frente a la tentación de imponer una nueva dominación aparece como leitmotiv durante toda la temporada. Una trama incómoda y provocativa, sobre todo en un año marcado por las guerras a nivel mundial: ¿qué hacer cuando una mayoría oprime a una minoría sin compasión? Esta es una cuestión tan relevante hoy como siempre, y DeMayo, quien fue misteriosamente despedido una semana antes del estreno, no se achica al enfrentarla.
La recepción de este reboot —que nadie esperaba— ha sido excelente, especialmente en un momento en que el universo cinematográfico de Marvel parece tambalear tanto en su narrativa como en el entusiasmo del público. Mientras Marvel se esfuerza por superar la sombra de sus héroes originales, es notable cómo X-Men ’97 logra captar la esencia de sus protagonistas clásicos, aquellos que los fans amaron desde el principio.
Personajes como Rogue y Storm, que nunca recibieron una representación justa en las versiones cinematográficas, aquí brillan con la profundidad y fidelidad que merecen. Ambas enfrentan arcos dramáticos sólidos donde las vemos crecer y tropezar. Mientras Storm descubre cómo sería la vida sin poderes mutantes, Rogue retoma una inquietante relación de su pasado.
Dramas familiares, traumas psicológicos, venganzas y amores no correspondidos, en medio de una gran disputa política de alcance internacional: sí, esta serie parece tenerlo todo. De hecho, hace pocos días el sitio especializado en cultura pop, Vulture, perteneciente a The New York Times, aconsejó a los estudios Disney desechar sus esfuerzos para posicionar a los dramas Loki (2021) y Ahsoka (2023) en la carrera por los Emmy y potenciar una nominación para X-Men ‘97.
Si bien los Emmy han mostrado apertura a las series de superhéroes en años recientes (ahí están The Boys (2019) y WandaVision (2021)), nominar a una serie animada en la categoría de Drama sería una auténtica revolución. Solo dos series animadas han llegado a la quina de los Emmy: Los Picapiedra en 1961 y Padre de Familia en 2009, ambas en la categoría de Comedia. Nunca antes una serie animada ha competido por el título de Mejor Serie Dramática, pero quizás nunca antes ha habido una razón tan contundente como X-Men ’97 para que esto suceda.
