Por: Valentina Tagle
Le decimos quiltro a una criatura cuya ascendencia es generalmente desconocida, pero que puede albergar dos o más tipos de identidades. En la traducción literal del mapudungún esta criatura es un perro y esta identidad son las razas, pero quién es uno para frenar los cambios que atraviesan a las palabras. Vuk Lungulov-Klotz (29), criado entre Chile, Estados Unidos y Serbia, es producto de un tipo especial de mestizaje. Se define a sí mismo como un narrador transgénero, que espera expandir las narrativas queer. Su trabajo se enfoca en momentos íntimos que a menudo nos perdemos si no estamos mirando.
Hace ya más de 10 años que con su hermana melliza, Mika, se fueron de Chile y se establecieron en Estados Unidos. Por entonces yo creía que darían vuelta la página de todo lo que significaba este país y que la amistad que por tanto tiempo cultivamos se iría evaporando como suele pasar con la mayoría de las amistades que salen del colegio, donde nos conocimos por primera vez. Y aunque no tardaron demasiado en volver a visitarnos -un par de semanas cada año- su ausencia me ayudó a comprender que si bien las cosas nunca vuelven a ser las mismas, las relaciones que establecemos con quienes compartimos más que un espacio de convivencia sí cambian, sí evolucionan y sí mutan a nuevas formas de intercambio.
Hoy, cuando no tengo la posibilidad de verles todos los días ni que nos escribimos a menudo, me sorprendo con encontrarles a través de un nuevo formato, distinto al que entonces habría imaginado.
En el caso de Vuk, hace ya unos meses que comenzó a circular en redes sociales que su primera película, Mutt, tendría su estreno nada más ni nada menos que en el Festival de Cine de Sundance, conocido por ser uno de los espacios más importantes para el arte independiente norteamericano e internacional.
La historia de Mutt (o “Quiltro”, nombre con el que le gustaría que se estrenase en Chile), es la de Feña, un joven trans chileno-estadounidense que en el transcurso de 24 horas deberá enfrentarse a tres fantasmas del pasado: su padre, a quien debe ir a buscar al aeropuerto desde Chile; su hermana, quien se escapó del colegio y le pide pasar tiempo con él; y su ex, a quien se encuentra en un bar después de mucho tiempo.
“Ves dentro de tres viñetas que se van mezclando después cómo él va cambiando el disfraz o la máscara que le tiene al mundo, y también ves una versión de intimidad con una persona trans en formas muy distintas”, explica el director.
Con Alejandro Goic interpretando además al padre chileno del protagonista queda claro que para Vuk este estrecho país estaba lejos de ser un simple recuerdo
Una historia más o menos ficticia
Le pido que nos cuente un poco de cómo partió todo el proceso de Mutt, el guión, la historia. Al principio duda un poco. “Uno empieza a contar diferentes versiones de cómo parte algo”, dice inseguro.
Cuando Vuk partió a Estados Unidos fue para estudiar cine, pero también porque quería salir del país. Ya graduado de la universidad se sentía culpable de haberse ido, dejando a su hermana más pequeña sin un hermano mayor. Así fue como comenzó a escribirle una carta de disculpa y de amor, agregando diferentes aspectos. De cómo temía por las vidas trans, que muchas veces se ven enfrentadas a realidades como no ser aceptadas por sus familias o no ser vistas como objeto de deseos o personas deseables para un romance. De a poco la carta fue creciendo e incluyendo puntos de vista donde expresaba su empatía con el resto.
“Eso es algo que se dice mucho de la película ahora. Me encanta poder hablar de la película, lo que la gente dice más allá de lo que yo quería hacer, que es que todas las personas que no son trans dentro de la película se tratan con mucha empatía, aunque ellos digan cosas que no son políticamente correctas, aquí a nadie se le castiga. De cierta forma yo quería crear un retrato de un chico trans y al mismo tiempo darle empatía a todas estas personas que cuando yo estaba saliendo del closet no me la dieron. Porque quería poder entender, me quería meter en su cabeza y decirles: ¿Por qué están todos tan cagados de miedo que yo sea trans?”.
Si bien algunos aspectos están inspirados en su vida, la historia en sí jamás le pasó a él. La idea era que, por sobre todo, el guión reflejara su punto de vista.
“Quería mostrar qué es tener un papá que vive en otro país, qué es solo tener dos semanas al año para poder tener una relación juntos y qué significa ser entendido cuando en verdad ni siquiera pasan tiempo juntos”, afirma.
El resto de la película lo terminó cuando se sometió a una mastectomía: “Tenía tres meses para recuperarme y escribí la película en esos meses, la primera versión. Pero si me preguntan cómo fue eso, no me acuerdo de nada. Fue un sueño la hueá, no me acuerdo”.
La película, eso sí, era distinta del material que se estrenó. En su primera versión el guión tenía a una abuela en vez de un papá y tenía lugar en Chile. Fue algo que intentó desarrollar un tiempo en el que regresó al país, después del triunfo de Trump en Estados Unidos, pero terminó desechando la idea.
“Me di cuenta que no era posible hacerla en Chile, porque el entendimiento de lo que significa ser trans en ese instante estaba mucho más atrás de lo que ahora está. No era posible tener un hueón con esa identidad, con el pecho operado, en Chile. Obviamente con esa identidad sí, pero yo lo que necesitaba era algo físicamente distinto que el acceso a eso y el acceso a la plata”, señala y añade que “lo que significa tener un pecho operado en Chile es muy distinto a lo que significa en Estados Unidos. Tú en Estados Unidos te puedes operar el pecho a través del seguro médico que te da el Estado. Entonces es un símbolo, en Chile yo creo que es un símbolo mucho más claro de tu estatus económico que acá en Estados Unidos, y yo no tenía ganas de hablar de… no es que no tenía ganas de hablar, es que yo no conocía ese mundo”.
“Y terminaste haciendo algo del mundo que conocías, una mezcla de los mundos que conocías la verdad” le señalo. “Un medio quiltro, se podría decir”, responde levantando una ceja.
El largo camino de un Quiltro
Su relación con Sundance comenzó hace unos siete años cuando postuló a un taller intensivo de dos días que realizaba el festival en Los Ángeles, una experiencia que califica desde lo más profundo de su chilenidad como bacán.
“Después me invitaron a postular de nuevo, el año que seguía, y ahí quedé como en la hueá, más como legal, que de verdad que son siete días en Sundance, en Utah, con diferentes mentores, clases, etcétera. Creo que 2017 y 2018 fueron los dos años en que fui a Sundance, al laboratorio”, dice.
Participar en estos talleres, sin embargo, no asegura de ninguna manera que puedas presentar tu película en el festival ni que te consideren para alguna versión a futuro. Lo que no quiere decir que la experiencia no haya tenido un efecto en él.
Explica que lo ayudó “a sentir que aunque era un pendejo, tenía algo que decir y me estaban tomando en serio, así que eso fue bacán. Me dio como fuerza para seguir adelante que Sundance, una institución que yo respeto mucho, dijera: ¿Sabís qué? Tu guión es bueno. Fast Forward, seis años y ahí tenemos película ¿cachai?”.
El proceso de hacer un film, en especial para un debutante, es más largo y engorroso de lo que uno podría imaginar, incluso en un país como Estados Unidos, donde existen más oportunidades para dedicarse al arte que en Chile. Además de escribir y dirigir, Vuk tiene una pega más o menos formal en el área de la iluminación del cine independiente en Nueva York. Trabajos como este le entregaron las herramientas para conocer mejor la ciudad y decidirse por filmar en ella.
“Fue una película igual difícil de hacer, en la que yo pude traer todos los recursos que estuve coleccionando por ocho años dentro de Nueva York”, recuerda y cuenta que “filmamos por 24 días 37 locaciones. Una hueá cuática. Estaba hecho mierda al final. Tuve dos días de descanso, después dos semanas de editar esta hueá porque si no la entregábamos ni siquiera iba a ser considerado para quedar en Sundance”.
No estaba solo. Su hermana melliza, Mika, la misma con la que partió hace tantos años hacia el país del norte y que hoy se dedica a la fotografía, estuvo con él en cada paso:
“La Mika ayudó mucho, pero en sí su rol legítimo fue de productora asociada. Fue la fotógrafa del behind the scenes, pero también del póster. Ella es como la fotógrafa oficial de la película. Entonces siempre fue como una productora asociada, siempre ayudando. La Mika trabaja en cine dentro de Nueva York, entonces también tenía mucho conocimiento de cómo producir en Nueva York. Después hubo que re-filmar unas escenas que estaban hechas como el pico (y que yo dije ¡ni cagando voy a mostrar esto!). Ahí tomó un rol aún más específico como productora de esos dos días de re-filmar. Cuando estábamos editando, se preocupó de revisar… ¿Cómo se dice Open Captions? El audio descriptivo para sordos”.
Director de actores
Encontrar el elenco adecuado para una historia tan específica fue otra de las odiseas en la producción de Mutt. ¿Dónde iba a hallar, en Estados Unidos, a un joven trans que además tuviera raíces chilenas?
“Al principio era como: ‘¡No! Va a ser un hueón chileno, de sangre chilena, para que sea auténtico’. Y mis productores fueron como: ‘¿Por qué no le hacemos casting a un mexicano o un boliviano? Qué importa, latino es latino’”.
Su búsqueda se extendió por todo el país y duró dos años, proceso en que incluso consideró cambiar el guión para que el protagonista fuera serbio, otra parte del árbol genealógico de Vuk que no había considerado hasta el momento. Finalmente, decidió aflojar sus criterios y permitió que se hicieran audiciones a otros latinos. Así fue como encontró a su Feña en Lio Mehiel, un actor trans de ascendencia griega y puertorriqueña.
“Esta era su primera película como actor principal. Había trabajado creo que en algunos episodios de tele, algunos cortos, pero nunca había actuado como sí mismo, ocupando su identidad. Nunca había sido un personaje trans”, relata.
El tiempo no pudo ser más preciso para esta dupla ya que, como el mismo Lio le confesaría, de haberlo encontrado dos años antes –cuando partió el casting–, no hubiera podido interpretar a Feña porque no había salido del clóset. En Sundance, Lio ganó el premio especial del jurado al Mejor Actor de la competencia norteamericana.
“Fue una experiencia cuática para él, no solo actuar dentro de su identidad, sino también actuar en una película que habla de su trayectoria y de su experiencia. Es una película súper personal para él también. Y verlo transformarse en el actor que llegó a ser a la cuarta semana, la última de filmar, fue increíble”.
El Lío que entró a grabar es distinto al que salió, dice Vuk. Se nota en su desplante, más seguro en sí mismo, más sútil, «en la primera toma de la última semana teníamos lo que yo quería y podíamos seguir jugando», detalla el director, quien enfatiza que esa posibilidad no estaba al inicio, esa primera semana de grabación porque «no nos conocíamos como actor y director y también puedo ser un poco tosco a veces con mis actores, y aprendí también lo que él necesitaba como actor, necesitaba más cumplidos”.
La llegada de Alejandro Goic a la ecuación fue más orgánica, pero no menos caótica. Vuk llevaba tiempo siguiendo el trabajo del veterano actor por películas como “El Club” o “Jesús” y series como “Bala loca”. Trató de llegar a él por distintos medios y, finalmente, tal como con Lio, fue algo así como la fortuna lo que los juntó: La mamá de Vuk se consiguió el número de Goic a través de un productor que estaba cenando casualmente en su casa.
“Entonces, na’ po’, lo llamé y le pregunté si quería leer un guión y estar en mi película. Creo que nunca antes había actuado en inglés”, dice el director.
“El hecho de que él esté involucrado en la política y en la actuación para mí es bacán. O sea, las historias que este hueón te puede contar antes de que digas ‘¡acción!’ son cuáticas, y nadie entendía castellano tampoco entonces era solo él y yo hablando español”, cuenta entre risas y dice que “nosotros filmamos la película primero con la sección de la hermana chica, después toda la sección con el pololo, y al final la con Alejandro Goic porque emocionalmente es la forma más fácil para que Lio pudiera caer más y más dentro del personaje y dentro del mundo”.
Para Vuk, cada persona que llegaba al set traía otra capa más a la historia. Goic se adentró hacia el final de la filmación, cuando Lio ya estaba en una versión de sí mismo muchísimo más profunda.
“Yo creo que ver a Lio reaccionar a Goic era súper lindo”, cuenta Vuk, pues “cada personaje, cada actor, le trajo como una master class de actuación y Alejandro Goic era como el máster más cuático que le podría haber tocado para el final de la película”.
Para entonces ya había hasta una pequeña broma (pero si quieres no es broma) de que Lio, de hecho, sí luce un poco como Goic: “Lio tiene una foto de su mamá cuando era más joven y se la mostraba a Goic todo el tiempo, como ‘mira mi mamá, pueden ser hermanos’ y en verdad se parecen mucho”.
“Fue súper bonito traer mi historia a la vida real, pero no solo eso, sino que traer a Goic desde Chile y estar orgulloso de la forma en que la gente reaccionaba a él. Con mucho cariño”, elogia al experimentado actor a quien le envía saludos: “Es un amor ese hueón. Dile que lo quiero si es que lo ves en la calle”.
Su relación con Chile
Su tiempo fuera del país no lo ha mantenido lejos de la producción nacional. Es más, ha estado siguiendo de cerca al cine chileno.
“Cada vez que voy trato de ver películas en Ondamedia. Mi película favorita que vi ahí es ‘Mala Junta’ (Claudia Huaiquimilla, 2016) que, puta ya son como tres o cuatro años, pero esa película… Me acuerdo cuando la vi y dije conchesumadre, como que me emocionó cachar en la dirección en la que iba un poco el cine chileno. Y estaré en Nueva York hace diez años, once años, creo que son once años ahora, pero lo único que quiero es poder construir una conexión directa con Chile e ir a filmar una película allá. Yo no quiero hacer películas solo acá. Para mí haber venido a Estados Unidos era para poder no solo transicionar y hacer mi primera película, sino establecerme como un director serio chileno en Estados Unidos y poder volver a hacer hueás allá”.
“Cuando se fueron en verdad, pensé que no iban a querer tener nada que ver más con Chile”, le comento. “Como que esa fue siempre la idea que me quedó y ahora te veo trabajando con esto y metiéndolo también en el tema de tu película… es como inevitable al final”.
“Sí, o sea, veís lo que es esto”, Vuk apunta a su pared donde tiene una ilustración de una ciudad, “es Valparaíso”.
“Me encanta Chile, hablo de Chile todos los días, lo extraño mucho, me duele el corazón. Mi personaje principal es mitad chileno y para mí era súper importante hacer eso”.
Otras voces
Hoy Vuk se encuentra escribiendo su próxima película, la cual tendrá toques de realismo mágico. Ahora que estamos viendo su trabajo crecer es inevitable que le pregunte por sus directores favoritos. Aunque asegura que no es “mucho de directores específicos, creo que tengo películas específicas que me han marcado mucho”, es muy entusiasta de trabajos como el de Xavier Dolan, Joachim Trier, Silas Howard, Ira Sachs, Eliza Hittman, los hermanos Safdie y hasta David Fincher. Sobre este último señala:
“Me gusta casi todo. La manera con la que crea los personajes… aunque él no escribe sus guiones (cosa que sólo supe hace muy poco). Hace que hablen de una forma súper teatral que aún funciona dentro del cine, así como un neo noir de cierta forma. Creo que él tiene una forma de hacer cine súper saboreable que usualmente no es lo que busco”.
En el caso de Hittman, valora el tipo de silencio que se puede encontrar en sus películas y que define un poco como “thrillers de la cotidianeidad”, un género en el que se podría también adjudicar su próxima película.
Mutt, sin embargo, no es un thriller ni nada de eso.
«Es un drama romántico de la cotidianidad», define Vuk y dice que todos los directores mencionados, excepto Fincher, trabajan también eso de la cotidianidad dramática. Ejemplifica con una escena de la película en que «el personaje principal tiene que ir a devolver un auto y le pasa sábanas a su papá, empiezan a hacer la cama y después de que se despiden el papá se queda sentado en la cama mirando fotos”. En ese sentido, enfatiza el valor de esos momentos «súper silenciosos que si no estuviese la cámara no lo hubiéramos visto: qué significa ser humano, que es la narrativa dentro del diario vivir que nos da sentido, no sé”.
Mutt será parte de la Competencia Internacional del Santiago Festival Internacional de Cine SANFIC, que se realizará entre los días 20 y 27 de agosto. Más información sobre las programación y la venta de entradas en www.sanfic.com
(Mutt también tendrá su estreno en salas de Nueva York y Los Ángeles durante la misma fecha, por lo que Vuk no podrá asistir a presentarla pero espera poder hacer una muestra del film en Viña del Mar o Valparaíso en el mes de enero).
Un comentario
Mutt (quiltro). Hermosa película!!!. Vuk destaca en su debut como un escritor formidable.
Sabrosa entrevista. Se agradece. Saludos!