Por: Valentina Tagle
Hay una cuña a la que cada tanto me encuentro dando vueltas. Le pertenece al escritor estadounidense James Baldwin y forma parte del perfil que le hicieron en 1963 para la revista LIFE:
“Piensas que tu dolor y tu angustia no tienen precedentes en la historia del mundo, pero luego lees. Fueron Dostoevsky y Dickens quienes me enseñaron que las cosas que más me atormentaban eran las mismas que me conectaban con todas las personas que estaban vivas o que alguna vez estuvieron vivas. Sólo si afrontamos estas heridas abiertas en nosotros mismos podremos comprenderlas en otras personas. Un artista es una especie de historiador emocional o espiritual”.
Con los años Baldwin fue repitiendo variaciones de esta idea, manteniendo más o menos la misma estructura. Se transformó en su manifiesto. En aquel momento muchos debieron interpretarla como una frase esperanzadora: no estás solo, parecía decir. Pero en el panorama actual donde la experiencia artística ha sido secuestrada para el consumo individual, suena más a una advertencia. ¿Quedan todavía maestros? ¿Quedan todavía aprendices? ¿Podemos encontrar en el 2024 escuelas de pensamiento que dialoguen entre ellas? Incluso las colaboraciones parecen más motivadas por intereses económicos que por inquietudes artísticas.
En días como estos resuenan las palabras del escritor estadounidense, una reflexión que ve el arte no como una experiencia individual sino que colectiva. Como todo ser humano he tenido tiempos malos, buenos, extraños e inclasificables y en cada uno de esos momentos he encontrado compañía en saber que otras personas antes han sentido lo mismo que yo. Lo sentí la primera vez que escuché Live Through This de Hole.
La banda formada en Los Ángeles, California por Courtney Love ya venía de ganarse un espacio en la escena con Pretty in the Inside (1991), debut que fue producido por nada más ni nada menos que Kim Gordon. Con influencia punk y grunge, el disco narra parte de la caótica adolescencia de Love, marcada por la negligencia y el abandono.
En el caso de Live Through This (desde ahora LTT) decidieron separarse del sonido que cultivaron en su primer trabajo, dejando de lado la experimentación por un rock más accesible y melódico, algo que fue motivado en parte por otras bandas con las que compartían durante esa época. Este cambio no fue del agrado de toda la agrupación, lo que tuvo como consecuencia la baja de la baterista y la bajista. Pero la producción de LTT siguió, en parte por las ambiciones musicales de Love y en parte porque con su exponencial ascenso a la fama, su matrimonio con el también frontman Kurt Cobain y el embarazo que ya se estaba notando, tenía un par de cosas que contar.
Desde Yoko Ono que la carrera de una artista no se veía tan afectada por una relación sentimental. El trato de la farándula musical con la pareja fue despiadado, sobre todo para Love, quien tuvo que lidiar con cuestionamientos sobre su capacidad musical (aseguraban que las letras de sus canciones las escribía Cobain) y maternal (también se implantó el rumor de que la cantante abusaba de sustancias durante el embarazo). Estas acusaciones —la primera sin fundamentos y la segunda con tal vez algunos más— se toparon con el surgimiento de la tercera ola del feminismo, elementos que tanto directa como indirectamente influyeron en la dirección que la líder de Hole quiso adoptar para su siguiente desafío artístico.
«Todo el cliché de que las mujeres son catárticas realmente me cabrea», dijo Love en un artículo para Spin en 1994. “Ya sabes, ‘Oh, esto es una terapia para mí. Me moriría si no escribiera esto’. Eddie Vedder dice cosas así. Vete a la mierda”.
Los temas en LTT no fueron tan distintos a Pretty in the Inside en cuanto a temática; estos también se inspiraron, en su mayoría, en las vivencias de Love. Pero la palabra inspiración es clave en esta faceta, porque Hole no pretende en ningún momento ser una banda confesional. El contenido de sus canciones es más que anecdótico. “Esto me pasó a mí” parece decir “pero le ha pasado antes a otras mujeres y les pasará a tantas otras más”. Decisiones como abrir el disco con ‘Violet’ fueron definitorias, sobre todo porque se trata de una canción desesperanzadora, que habla desde un corazón roto y la idea de que los hombres toman lo que quieren de ti y después te desechan cuando no les interesas. Qué forma de sentar el tono de un disco.
Luego le siguen algunos clásicos. ‘Asking for it’ narra una oscura instancia en que la banda estaba tocando y Love se tiró hacia el público. Los asistentes comenzaron a quitarle la ropa, a manosearla y a insultarla. Al llegar de vuelta al escenario estaba completamente desnuda. La pregunta que nos hace, no sin cierta ironía, la hemos escuchado tanto que parece disco rayado. ¿Se lo habrá buscado ella? ¿Lo estaba pidiendo al vestirse así? Movimientos completos se han construido a partir de esta premisa.
En ‘Jennifer ‘s Body’ (canción que 15 años después le pondría nombre a la película de culto escrita por Diablo Cody y protagonizada por Megan Fox) cuenta la historia de una mujer secuestrada, asesinada y desmembrada, inspirándose en el trágico caso de Colleen Stan. El femicidio es el caso de violencia de género más grave que se encuentra en esta canción, pero no el único. A medida que se avanza el tema podemos identificar otras encarnaciones de su brutalidad: mujeres vistas como pedazos de carne, elementos independientes el uno del otro, que no califican lo suficiente para considerarse un ser humano. ¿Quién más podría cantarla que una mujer cuyo ingreso monetario por muchos años antes de la música fue precisamente el comercio sexual?
‘Doll parts’ es una balada romántica e insegura, posiblemente inspirada en su relación con Cobain y de cómo se sentía estar con el hombre más querido del rock en su momento. ¿Qué era ella al lado de todo esto? Solo pedazos de plástico. Alimento para los paparazzi, para los fans, un cuerpo que cada vez le pertenecía menos. Todo menos la artista que quiere compartir su música. Todo menos mujer, esposa y madre, roles que escapan de sus manos. En medio de la canción, Love parece tirar una maldición, aunque no sabemos bien a quién (Someday you will ache like I ache). A algunos les gustaría creer que fue a Cobain pero a mí me gusta la teoría que es a nosotras. Nos dice: tú también pasarás por esto, porque es tu destino. A ti también te dolerá como a mí.
Identificarse es un concepto muy pobre para el efecto que Hole puede generar. Cualquiera puede escribir una balada pegajosa sobre un corazón roto. Se han hecho muchas y seguirán haciéndose más. Pero llevarlo al siguiente nivel, al nivel de comprender conflictos estructurales que nos oprimen mediante narraciones asfixiantes es un talento que no se puede encontrar en cualquier parte. A través de sus experiencias, Love teje una red que pone en evidencia la fragilidad de un género completo. De ahí viene la empatía. Porque debajo de todos esos sentimientos de vulnerabilidad, de ser poca cosa, de abuso, Love estaba enojada, y fue esa ira la que supo canalizar de tal manera que le dio un poder que nunca otra cosa le dio.
No creo bajo ningún motivo en la astrología, aunque tengo que admitir que me parece divertida. Por esta misma razón no puedo sino celebrar la coincidencia que LTT haya salido el mismo año en que nací, solo con unos días de diferencia. Tampoco hay muchos, por no decir que no existen, aspectos de la vida de Love con los que yo me pueda identificar (pero de nuevo, no estamos aquí por eso). Sin embargo vuelvo cada tanto a escuchar LTT y me siento de nuevo como la adolescente que lo escuchó por primera vez hace tanto tiempo. No entendía bien las letras pero sí sabía bien lo que era estar enojada. Al principio no sabía por qué. En esa época creo que todo me parecía injusto y me encontraba completamente impotente frente a estas desigualdades. A veces era una noticia en la tele, de mujeres desaparecidas y violentadas. A veces era en el colegio, donde te catologaban, categorizaban, evaluaban directivos, profesores y alumnos, antes de que tu supieras bien siquiera quién eras y qué te gustaba. Encontré a través de discos como este una forma de canalizar esa violencia.
Ya no estoy enojada. O formulando mejor la frase: ya no hago de estar enojada mi personalidad. La dejé ir. No quiere decir que no me enoje o que no encuentre injusticias hoy en el mundo para hacerlo, las tengo de sobra. Pero es una de esas cosas que te da la edad. Pienso en Courtney Love estos días, al cumplirse 30 años del lanzamiento del mejor disco que ha producido y a la vez, de la tragedia que la encerraría para siempre en la caja que tanto intentó quebrar. Yo creo que ella con justa razón sigue enojada y cada tanto, he visto que ha hecho grandes cosas con esa ira. He disfrutado cada uno de sus nuevos proyectos y aunque cada tanto se pega sus buenas peleas (niños, lo que tienen que entender es que Courtney Love es la Azealia Banks de su época) cada tanto la encontramos celebrando nuevos artistas y promoviendo la buena música, algo que artistas menores no tienen la humildad de hacer. En términos baldwinianos, se ha transformado en una verdadera historiadora emocional/espiritual.
Pienso en la paz que uno encuentra cuando aceptas que las cosas ya no están bajo tu control, que tan solo una versión mínima del mundo lo está. Y porque le diste un nombre a la ira que sentía antes de que yo pudiera siquiera entenderla, es que espero que algún día encuentres esa paz, Courtney.