Por: Marcelo Salazar Medina
Fotos gentileza de: @Romaluchadora
Desde que es Roma, cada vez que se sube a un bus o a un avión es para luchar. “De hecho, este año nuevo fue de las pocas veces que salí de Santiago por gusto, a la playa. Todas las otras han sido para pelear”, dice antes de subir su apuesta. “No sé si otra persona lo ha hecho, pero yo he estado en casi todas las ciudades de Chile donde se hace lucha libre. De Arica a Magallanes”.
Lejos de ser engreídas o altaneras, en sus palabras se percibe una mezcla entre agradecimiento y humildad. Y si bien ella suele ser todo menos eso cuando se sube a un ring, durante nuestra charla nunca perdió de vista el camino recorrido y el esfuerzo que la posicionó en lo más alto del wrestling chileno.
Esa tarde, Roma —con un semblante cordial y una conversación estupenda— recordó que en 2016, cuando debutó con este nombre, nadie daba un peso por ella. Muchos la encontraban mala luchadora y las empresas pensaban dos veces antes de sumarla a sus carteleras. Pero aún así, dice en una cafetería en el centro de Santiago, “hubo quienes me dieron oportunidades, a pesar de mi bajo nivel”.
Primero nombró a CNL (Campeonato Nacional de Lucha Libre), donde hizo su estreno hace ocho años. Hablamos de la empresa fundada en 2015, que fue una novedad para quienes empezábamos a seguir la lucha libre chilena. Y es que a sus presentaciones en Santiago y su circuito en regiones —los “CNL Tour”—, sumaban un atractivo producto audiovisual en Youtube que resaltaba por sus tomas, sus guiones y su catálogo de luchadores.
Recién en 2017 la lucha le sonrió. Las oportunidades fueron apareciendo lentamente pero sin detenerse, con más apariciones en peleas, volviéndose poco a poco en uno de los rostros femeninos preferidos por el público. Algo no menor para una promoción que tenía nombres de peso como Eddie Vergara, Ariel Levy, Bundy, Guanchulo, entre otros. Sin embargo, ante la pregunta por el momento en que presintió que todo mejoraría, ella señaló que fue a comienzos de ese año, en el verano, cuando recibió una invitación para combatir en Arica y Calama.
Ese viaje con pasajes cubiertos, no solo marcó su primera vez en un avión, sino que fue un punto de inflexión en su carrera. El despegue que tiempo después la tuvo peleando en el extranjero, para convertirse en la primera chilena que ganó un cinturón en Estados Unidos.
Pero Roma no partió siendo Roma, sino Riadi Kim, su primer personaje. Lo adoptó en 2010 cuando hizo su debut como luchadora en RLL (Revolución Lucha Libre), donde era integrante de su academia. No obstante, cuando nos sentamos a hacer esta entrevista para repasar su carrera, recalcó que no considera esa etapa como parte de su profesionalismo. La razón es simple. En esos tiempos se veía amateur, sin mucha claridad sobre lo que hacía, más allá del amor incondicional por esta disciplina que la llevó a dedicar cada fin de semana desde muy temprano.
La última frase del párrafo anterior no es antojadiza. Ella vivía en Talagante y como los entrenamientos femeninos eran a las nueve de la mañana, ella ya estaba en pie a las seis. Tomaba desayuno en su casa y preparaba todo para las casi dos horas de viaje a Santiago. Cada sábado y domingo repetía esta rutina, sonriendo como si tuviera pilas y con una mochila repleta de ropa y almuerzo, lista para quedarse todo el día, descansar y compartir con sus pares. “La primera vez que fui, uno de los primeros que saludé fue a XL, quien me felicitó y me dijo que si mañana me dolía todo, tenía que volver igual”, comentó.
“Me sentía muy amateur, pero era el único lugar donde quería estar. Cuando me subí al ring a entrenar tuve una sensación nueva, inédita, como de pertenencia. Así como que si todo eso fuera mi hogar, algo que nunca me pasó, por ejemplo, con la casa de Talagante donde vivíamos con mi mamá. Cuando me puse al medio y empecé a balancearme entre las cuerdas, fue como si siempre hubiera estado destinada a llegar allí”.
Pero esas emociones se dieron a la par de un duro entrenamiento para esta aspirante a atleta que nunca antes había practicado deporte y que, de un momento a otro, se sumó a la rigurosidad y disciplina de Montoya, uno de los máximos referentes de la lucha nacional. Él la invitó a unirse a la academia de Revolución y fue su profesor, pese a que su corporalidad no era mínima, sino derechamente inexistente. “En esa época yo tenía una pésima condición física. Era un cero a la izquierda y mi mamá no me ayudaba mucho con la alimentación. No tenía ninguna habilidad, no sabía correr y creo que ni siquiera caminaba bien. Ni hablar de hacer una vuelta de carnero, que era lo más básico”.
A partir de ese momento entrenó con más dedicación, aprendió a comer mejor y a escuchar los retos de su profesor como una enseñanza y no como un ataque personal. Pero su empeño también se puso a prueba ante ciertos prejuicios que caían sobre las mujeres que practicaban lucha libre.
Roma, frapuccino de por medio, me habló de cierta percepción negativa que notaba por parte de algunos hombres, que no era otra cosa que cuestionar su interés por la disciplina. Lo mismo pasaba con sus compañeras, con quienes la diferencia numérica nunca fue a su favor: mientras ellas siempre eran cinco o seis, ellos eran 30 o más.
“Había unos que ni me saludaban. Quizás querían marcar distancia porque yo era chica, y lo entiendo, pero en general eran un poco raros con las nuevas. Al final, muchas iban un par de meses y no volvían. Yo, en cambio, quería demostrar que estaba ahí para quedarme, y con el tiempo, todos empezaron a notar que esto de verdad me apasionaba”.

“Algunas estaban partiendo como Zatara, que en ese entonces luchaba bajo el nombre de ‘Tiffany’, y con ella tuve mi primera pelea. Fue en el Club México y la verdad fue una presentación terrible de mi parte. Creo que me dieron la posibilidad porque me esforcé mucho. Si había que armar el ring temprano, yo llegaba de las primeras, levantaba los fierros y me iba de las últimas. Siempre estaba ahí, con toda la disposición. Incluso hacía los afiches, pese a que aún no estudiaba diseño. Me dieron el espacio para desarrollar muchas habilidades y eso me sirvió también para entender cómo funcionaba el mundo real”.
Su memoria resiste la burla del tiempo y es clara en fechas, datos y recuerdos de lo que le ha dado la lucha libre. Tanto de las luces como de las sombras. Sobre su estreno como Riadi Kim, recuerda que Tiffany (Zatara) le ganó bien y que le sacaba al menos dos años de ventaja. Que esa disputa fue un sábado y que coronó una de las semanas más nerviosas de su vida, pues supo cuatro días antes que iba a pelear. Montoya le prestó unas botas, se compró las rodilleras que encontró y se hizo un traje con una costurera de Talagante en tiempo record. “Y así debuté, muy amateur, pero con ganas de aprovechar la chance, que era lo único que quería. Yo no cachaba nada”.
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Roma descubrió la lucha libre con sus primos, quienes no se perdían la WWF en el canal La Red. Ellos eran seguidores de Stone Cold y por eso cree que su primera pelea se trató de una de “La Serpiente Cascabel”. Su bodega de recuerdos sugiere que fue en el 2000 o 2001, contra Rikishi, “pero a mí me gustó la lucha libre de verdad en 2005”.
Ella fue muy enfermiza de niña y en una de esas tantas jornadas de reposo en cama, un vecino la fue a ver con su PlayStation bajo el brazo. Mientras conectaban los cables de colores, él le dijo que traía un juego que creía que le iba a gustar. Era WWF SmackDown! 2: Know Your Role.
Bastó un rato para que Roma supiera lo que tenía al frente. Eran los mismos tipos que conoció con sus primos. Ahí estaba Stone Cold y el gordo que te restregaba el poto en la cara. También las pocas mujeres que completaban ese plantel meramente masculino. Uno puede imaginar el asombro en sus ojos tras introducir el disco y dejarse envolver en una de las mejores introducciones que ha tenido esta compañía —una veloz repetición de imágenes con Smack de Jim Johnston de fondo— y tener la dicha de emular con sus manos lo que solo se veía por televisión.
Roma pasó muchas horas y varios días usando a todos los personajes, probando batallas y sacando llaves, hasta que se propuso volver a ver lucha libre. A recuperar lo que de alguna forma le pertenecía. En ese tiempo la daba Chilevisión los sábados a la tarde, “y ahí me perdí, me enamoré”.
“Conocí a Shawn Michaels y me enamoré”, precisó. “Nunca entendí por qué lo encontré tan bacán. Yo tenía 12, 13 años, y nadie me sacaba de la cabeza que era el más bueno, mejor que los demás, aunque perdiera o no tuviera títulos. Estaban otros como John Cena, Edge, Randy Orton, Triple H, pero a mí siempre me gustó Michaels. Quizás ahora entiendo por qué, pero desde que lo vi se volvió mi favorito y lo sigue siendo hasta hoy”.
–¿Qué te dijeron en tu casa cuando empezaste a ver lucha libre?
–Mi única familia era mi mamá, que era fanática del fútbol, entonces nunca hubo un problema con que yo fuese muy entusiasta de la lucha libre. Ella me apoyaba en todas las cosas que me gustaban. Si era una banda de rock, me compraba el disco o me llevaba al concierto. O en el caso a la WWE, para no perdérmela cuando venían a Chile. Se esforzaba aunque no tuviéramos plata, porque igual éramos pobres. De joven fui apoyada y nunca sentí que yo estaba mal. Nadie me cuestionaba por qué seguía la lucha libre si yo era mujer. Al contrario, mi mamá lo encontraba bacán.
–Te entendía en el fanatismo.
–Sí. Y si tenía unas lucas extra, me las pasaba para que yo fuera al Eurocentro y me comprara unas poleras de lucha. Nunca tuve una sensación de rechazo porque era algo supuestamente para hombres, ni tampoco una distinción de género ni nada. Me crié así, con mente abierta.
–Y ella era apasionada del fútbol, considerado culturalmente como masculino.
–Le encantaba. Yo lo descubrí en tercero básico, para las alianzas del colegio, cuando se inscribió para jugar a la pelota con otras mamás y metió como 20 goles. Ella siempre me apoyó. A los 12 años yo ya sabía que quería estudiar diseño gráfico, cosa que hice, y pasé mi infancia editando fotos y videos de la lucha libre. Me acuerdo que pasaba de largo en la noche y ella, en vez de regañarme, me destacaba lo lindo que había hecho y después me preguntaba si estaba bien como para ir al colegio.
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Cuando entrevisté a Roma, un jueves de enero en un café cerca del cerro Santa Lucía, lo hicimos unas horas antes de su entrenamiento en la Bóveda Secreta; dos meses después, en ese mismo espacio, debutó en 5 Luchas Clandestino en una triple amenaza contra Sara y Pandora, siendo esta última la vencedora del encuentro.
De inmediato comenzamos a repasar sus nueve años de carrera a partir de una pregunta elemental para los que se dedican al wrestling. ¿Qué te hizo convertirte en luchadora?
Ella lo tenía claro. Tanto así, que me respondió con una fecha: el 2 de julio de 2008, cuando la WWE visitó nuestro país por segunda vez con un Live Show de Raw. El mejor día de su vida, como manifestó, que partió muy temprano en la mañana en el Aeropuerto de Santiago esperando a los contendores que esa misma noche se presentarían en el Movistar Arena. Roma fue con su mamá para conocer a Shawn Michaels, de quien obtuvo un autógrafo, un abrazo y algo que jamás olvidaría:
“Aún me acuerdo cuando vi el comercial en la tele de que venía la WWE a Chile. Estaba viendo las luchas con mi primo Sergio y salí corriendo a donde mi mamá, gritándole que venía Shawn Michaels y que tenía que ir sí o sí. Ella con mucho esfuerzo me compró la entrada y cuando fuimos al aeropuerto, le pagó 30 lucas a un colectivo de Talagante para ir y volver. Esa vez yo no sabía la hora de aterrizaje ni nada, solo llegamos temprano, estuvimos varias horas hasta que llegaron los luchadores. Tuve a Michaels al frente mío y luego lo vi enfrentándose a Chris Jericho. Te juro que nunca había sentido tanta felicidad”.
Esa vez salió del Movistar Arena con el placer del que lo tiene todo, pero también con la melancolía del que lo va perdiendo gradualmente. Cada paso fuera de ese recinto la alejaba de todo lo bien que le hacía la lucha libre. Durante ese período, ella estaba pasando por una fuerte depresión arrastrada desde su niñez. Es más, se acordó que el día anterior se encontraba mal, con mucha angustia, pero lo que vivió al día siguiente hizo que todo eso se disolviera.
Ella ya estaba afuera del recinto ubicado en el Parque O’Higgins cuando recibió un afiche que cambió su vida. Éste anunciaba la visita de Rikishi en marzo del año siguiente, para Guerra de Titanes 2009, organizado por Revolución Lucha Libre en el Teatro Caupolicán. Ella no podía creer la coincidencia de que justo viniera uno de los primeros luchadores que vio en su vida, aunque lo que más la sorprendió fue otra cosa. Se enteró de que se hacía lucha libre en Chile.
Aquella vez Roma fue al Live Show de Raw con Iván Navarro, otro talagantino tan fervoroso como ella, quien es hoy uno de los mejores referee chilenos. “Y ahí cagué. Perdona la expresión, pero no podía creer que esas personas que estaba viendo, lo más cercano a WWE que podía tener al frente, eran chilenos. Era 2009 y había cinco mil personas viéndolos. Ahí conocí a Montoya, era excelente, llevaba mucho tiempo entrenando y fue el que más me sorprendió”.
De ahí en adelante, fue a cada evento que pudo de Revolución. Se volvió usual entre el público y el mismo Montoya ya la reconocía. En uno de esos shows ella una vez le pidió una foto, la primera que se tomó con un luchador, la que colgó en su perfil de Facebook y que le permitió intercambiar un par de mensajes con él, quien la terminó por invitar a la academia que esta agrupación tenía en Las Rejas.
Y tal como corrió a dónde su mamá cuando venía Shawn Michaels, hizo lo mismo pero esta vez para pedirle permiso para entrenar lucha libre. Ahí vinieron los sábados y domingos, las levantadas a las seis de la mañana, la mochila cargada, el consejo de XL, las prácticas exigentes, percibir el ring como un hogar, su primera pelea y cómo en esos días, pese a ser Riadi Kim, todos los caminos se pusieron en marcha hacia Roma.
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Con Roma nos conocimos en 2017, el mismo año en que su carrera irrumpió en CNL y que le permitió conocer buena parte de Chile, como Coquimbo, Concepción, Temuco, Valdivia, Puerto Varas, entre otras ciudades. Yo estaba desarrollando un proyecto digital dedicado a contar las historias detrás de los tatuajes, por medio de entrevistas devenidas en formato de monólogo y acompañadas de fotografías.
Ella tenía muchos tatuajes repartidos en su brazo derecho y sus piernas, donde la mayoría tenía que ver con lucha libre y dibujos animados, principalmente de Sailor Moon y Pokémon. Un día me animé a escribirle sobre mi idea y no se demoró más de cinco minutos en decirme que sí, que le parecía bien y que le interesaba. Nos terminamos juntando a la semana siguiente, en un departamento en el que vivía con su mamá al frente del Parque Almagro, donde una silla sostenía el cinturón que tenía en ese momento: el Campeonato Nacional en Equipos de CNL.
Lo cierto es que yo dejé ese proyecto al año siguiente por falta de tiempo y de viabilidad, pero luego de esta entrevista que tuvimos en enero, casi ocho años después, con ella ya habiendo sido campeona en CNL, en ASL (Acción Sin Límites), en CCW (Coastal Championship Wrestling) y en LLC (Lucha Libre Calama), me propuse encontrar ese artículo entre mis archivos pero lamentablemente solo di con la bajada, que con un arranque de creatividad finalicé con la frase de Hugo Savinovich “Chuchi, llama a los bomberos”.
De por qué lo hice, no me acuerdo, pero mientras daba los últimos tecleos a estos párrafos me pareció una coincidencia digna de contar, en razón de que una vez vi dos combates de Roma siendo comentadas en vivo por Savinovich. Fue en Concepción, en Fanatic 2019, una muestra animé y otaku realizada en el centro de convenciones SurActivo que, como muchas otras en Chile, también tenía lucha libre. El invitado estelar de esa convención era el ex-relator ecuatoriano, famoso por su frase “Por poquiiiiiiiito”, la cual estiraba hasta quedar sin aire.
Esa vez Roma peleó sábado y domingo. Primero, con Priss Salem, “La Bruja Penquista”, a quien venció con su poderoso finisher, el Butterfly SuperPlex over the top rope, como constató el medio especializado Rasslin. Al día siguiente, le tocó defender junto a Chuck Falcon su campeonato en parejas de ASL. El “Team Pala” debía enfrentarse en una Fatal de 4-Esquinas por Eliminación a Matt Seven y Critical Jack, a “Comando Huracán” y a “Los Náufragos”, compuestos por Larry y Sandro, a quienes vencieron al final.
Tal como registró Rasslin: “Sandro y Roma regalaron momentos WWE cuando la ‘despedida’ figura de CNL conectó el You Can’t See Me y el Five Knuckle Shuffle de John Cena, y el Náufrago propinó el Rock Bottom y el People’s Elbow de The Rock, para coronar con sendas Chokeslam al unísono. Luego vino la trampa del Team Pala: haciéndole honor a su nombre, Falcon trae el objeto y distrae el árbitro para conectar un golpe bajo a Larry. Roma se encarga de Sandro y Falcon lo finiquita con un Boma Ye para así cerrar la lucha y mantener los Campeonatos en Pareja de ASL”.
Junto con la exhibición de su estilo de lucha fulminante, marcado por la velocidad, los movimientos técnicos y una ofensiva que no dejó respiro a sus rivales, otro aspecto que llamaba la atención en esos días fue la relación de Roma con el público. Por entonces ya era famosa por CNL y por su lema “Roma es Amor”, el que mantiene hasta ahora con poleras que asemejan en su diseño al del mítico logo “Raw Is War”.
Muchos asistentes le pedían fotos, autógrafos y saludos en video, además de darle regalos y mucho cariño. Misma cercanía que repitió este 2025 en la Estación Mapocho, con los asistentes de AEX Santiago. Otra convención otaku y animé con lucha libre, para su enfrentamiento con la leyenda de la lucha libre japonesa Aja Kong, multicampeona de All Japan Women’s Pro-Wrestling, fundadora de la agrupación femenina Arsion, quien a sus 54 años se mantiene peleando con el rostro pintado y la fuerza de una llama que no se extingue.

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Si el 2017 marcó un giro trascendental, el 2018 lo fue para expandir su nombre al extranjero. Todo gracias a una nueva visita de WWE a Santiago, con el aliciente de que ese año se realizó un tryout en nuestro país. Roma era parte del programa Foxplayer de la señal chilena de Fox Sports, donde los miércoles tenían una sección especialmente dedicada a la compañía estadounidense. Algo que no sabía, es que ese trabajo ad honorem acabaría cambiando su destino.
Roma le propuso al productor del espacio una cobertura especial de estas pruebas reclutadoras de talento. Particularmente trascendente fue que había muchos competidores de otros países y que este canal tenía los derechos televisivos de WWE en Latinoamérica, así que no tuvo que esperar mucho para que aceptaran su iniciativa. Pero, fiel a su esencia, propuso hacer lo más comprometido que se le ocurrió. Elaborar perfiles de todos los hombres y mujeres que estaban participando de esa selección.
Eran más de 40 y ella habló con todos para saber quiénes eran, de dónde venían y por qué querían llegar a la máxima cúspide de la lucha libre mundial. “Me lo tomé de la manera más profesional posible. Dormí poco, porque además del tryout, cubrí los dos dìas de show que WWE hizo aquí”.
Fue en estas entrevistas que hizo buenas migas con unos brasileños que venían de BWF (Brazilian Wrestling Federation), con quienes siguió en contacto vía redes sociales. Y en esos diálogos por escrito, uno de ellos le sugirió el contacto de Bob Jr, el dueño de esta división y uno de los promotores sudamericanos más laureados del wrestling. Ella no dudó. Pasaron algunos días y más pronto que tarde estaba chateando con el mismo Bob, pidiéndole una ocasión en su empresa para luchar, hasta tal punto que ella costeaba sus pasajes y estadía.
Roma debutó para Brazilian Wrestling Federation el 1 de enero de 2019 en una lucha por equipos junto a Valentín Bravo, con quien lograrían derrotar a Death Rider y Tubarão Negro. Experiencia en el país de la samba y el fútbol que ha repetido en seis ocasiones, casi la misma cantidad de veces que ha visitado Estados Unidos. La primera vez también se dio ese año, cuando fue invitada a cubrir Wrestlemania 35 con WWE en Español, gracias al trabajo hecho en Chile unos meses antes.
“Esa semana me abrió tantas puertas que hasta el día de hoy no lo puedo creer”, me aseguró. Resultó que para ella todo era un sueño. Tenía acreditación en ringside para su primer Wrestlemania en Nueva York, la ciudad que siempre quiso conocer, “y al igual que cuando me subí al ring en la academia de Revolución, cuando comenzó ese Wrestlemania fue la segunda vez que me sentí en casa. Como que era de ahí. Me agradecí varias veces por lo que logré”.
El panorama no podía ser mejor, pero ella, tan busquilla como ha sido a lo largo de su trayectoria, no se quedó en eso. Aprovechando la cercanía, se inscribió a un seminario a cargo de Seth Rollins en New Jersey, “y cuando descubrí ese entrenamiento, me juré hacer lucha libre en Estados Unidos. Siempre me gustó el estilo americano. En Chile entrené con Eddie Vergara, mi padre en la lucha libre, quien era el único en Chile que le gustaba ese estilo, que había ido a Estados Unidos y que luchó en Nueva York”.
Ya de vuelta en Chile, planeó qué hacer para volver a Norteamérica lo antes posible, pero al año siguiente fue la pandemia, el confinamiento, la distancia y las mascarillas. Esto no impidió que con Ariel Levy se propusieran ir a Estados Unidos apenas abrieran sus aeropuertos, lo que recién vino a ocurrir en noviembre. En Chile, a nivel sanitario, en ese mes aún no se volvía a la normalidad, y lo más relevante que había pasado en la escena local fue el Speaking Out.
“En la pandemia yo hacía teletrabajo como diseñadora gráfica. Me despertaba a las ocho, terminaba de trabajar a las cinco y quedaba en nada, cuando antes entrenaba y los fines de semana luchaba. Ariel me aconsejó que como mi pega era online, le propusiera a mis jefes seguir trabajando mientras me iba tres meses a Orlando, donde él tenía contactos con Coastal Championship Wrestling (CCW)”.
El promotor de esa división era Nelio Costa, quien no más haberla conocido le ofreció una lucha titular por el Campeonato Femenino de CCW. Ella al principio no le creyó. Pensó que era una broma de bienvenida, pero era cierto. A los pocos días le arrebató ese título a Marina Tucker, hoy en WOW (Womans of Wrestling). Algo que nunca olvidará, como tampoco los lugares en donde peleó. La lista no es breve: “New York, New Jersey, Philadelphia, Nashville, Hialeah, Miami, Orlando, Jacksonville, Daytona, Ocala, Tampa, Brooklyn, Staten Island, Los Ángeles”, detalló con los ojos cerrados y golpeando su sien con todos los dedos juntos de la mano izquierda.
–¿Qué nos puedes contar de la lucha libre en Estados Unidos?
–A diferencia de Chile y de Sudamérica, allá el wrestling es parte de la cultura. Es como el fútbol, o como un programa de televisión, tipo Sábado Gigante. Todos saben lo que es. Si yo, por ejemplo, entraba con algo de lucha libre a un 7-Eleven, que es como un Pronto Copec de aquí, me conversaban. Un día yo andaba con un polerón de House of Glory, una empresa neoyorquina, y alguien me preguntó de dónde era esa agrupación y si yo entrenaba ahí. Le conté que había ido a un par de eventos, que entrené en su escuela y seguimos hablando un poco. Ese tipo de conversaciones se dan allá. Las personas saben lo que es la lucha libre y los fans también saben de los procesos.
–¿Cómo así?
–Acá en Chile no te permiten tener un proceso como luchador. O por lo menos eso me pasó. Durante mis primeros años yo era pésima arriba del ring y me comparaban, o con las que tenían mucha más experiencia, o con las gringas, y se quejaban de por qué yo no era tan rica como esta, o por qué no era tan buena como aquella, o por qué me ponían si era tan mala. No entendían el proceso. En cambio, en Estados Unidos, yo era rookie, la gente lo sabía y me apoyaban o me abucheaban, según lo que se debía mostrar. No esperaban más tampoco.
–Solo eras tú.
–Y si eres capaz de demostrar más, ellos van aceptando tu nivel. Hay otra percepción. Por el contrario, aquí los fans son chaqueteros, malos y hablan muchas cosas por redes sociales. En Estados Unidos los fanáticos van más a los shows de lucha, dan muchas más oportunidades y como te digo, entienden el proceso.
–Eso en términos de los fans. Pero como industria ¿qué conociste de esa lucha?
–Que los que buscan ser profesionales siempre tienen alternativas. Me las dieron cuando yo dije que venía de Chile. Me comenzaron pagando 20 dólares en mis primeras luchas en Orlando y ahora puedo cobrar más, porque allá es fácil surgir. Si uno se esfuerza incluso en una cosa tan fantasiosa como la lucha libre, en unos años puedes conseguir todo lo que quieras.
–¿Hay muchas escuelas o lugares para entrenar?
–Sí, en todos lados. A las personas que se dedican en un 100% es obvio que les irá bien. Otra cosa totalmente diferente es el merchandising. Se vende mucho y las personas te apoyan, te pagan por las fotos, te dan propina. Es una industria que existe, en cambio acá todavía no se genera una propiamente tal. Hay mucho luchador en Chile, pero aún no se logra una masividad de los eventos como para hacer de esto algo grande en Sudamérica. En Brasil lo están haciendo bien, porque hay un programa en televisión abierta que se da todos los fines de semana (BFW, bajo la emisión de Band). Al contrario, aquí todavía no se logra una cultura luchística que no sea tan chaquetera y que tampoco tire hacia abajo.
–¿A qué se deberá eso?
–En general, la gente no le da oportunidad a la lucha libre chilena porque creen que es un circo pobre. Ah, no deben pegarse con nada, deben ser malos, no sé. Y quizás hace años sí podía ser algo así, pero ahora se trata de hacer lo más profesionalmente posible. Y se nota que es así, sobre todo en los luchadores que resaltan.
–Volviendo a tu experiencia en Estados Unidos, ¿qué nivel tenía la lucha libre femenina que conociste?
–Uno muy bueno porque ya cambió. Había de todo. Quienes quieren ser modelo, las que quieren ser famosas, profesionales o las super indie que las hacen todas. Lo bacán es que una puede trabajar con cualquiera y todas son capaces de hacerlo en equipo. He tenido solo buenas experiencias porque se lo toman en serio. Nelio, el promotor de CCW, siempre ha confiado en mí porque sabe cómo yo amo esto y me pone al frente de luchadoras buenas, peleando en jaula, con luchas hardcore y titulares.
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–A partir de nuevas series y contenidos digitales sobre la entonces WWF, se ha conocido más del trato que tenía esta empresa con sus luchadoras, sexualizándolas y menoscabándolas. ¿Qué piensas sobre la representación de la imagen femenina durante los 2000?
–En ese momento, lo que hacía la WWF era solamente un espejo de lo que estaba pasando en todo ámbito televisivo con la mujer. Ellos tomaron lo que era popular y lo aplicaron, porque así obtenían rating y vendían tickets. Yo puedo entender eso y no lo miro con los ojos de ahora, definitivamente. Lo que sí me ha gustado de todo este tema es el proceso.
–¿A qué te refieres?
–Nosotras crecimos viendo eso que hacían con las luchadoras y no nos gustó. Pero también crecimos viendo la lucha libre, y eso sí nos gustó. Por lo tanto, nos encargamos de que fuera más profesional para las mujeres. Que fuese lucha libre propiamente tal, no solamente niñas bonitas. A eso me refiero con que me ha gustado el proceso, la evolución de los 2000 hasta ahora. Incluso, en esa época no solamente se sexualizaba a la mujer, sino que también se les daba espacio a las que hacían wrestling como Molly Holly, como Lita, como Chyna, la primera que ganó un título de hombres.
–El Intercontinental, lo que no se ha vuelto a repetir.
–Entonces, se tomaban los elementos que daban rating, pero también había espacio para las que sí querían hacer algo. La evolución de eso fue que las niñas mirábamos la tele, y así como a mí me gustaba Michaels, muchas crecimos queriendo ser como los luchadores y nos fuimos preparando para eso. Nos tomamos más en serio y la practicamos como queríamos que fuera. En un momento WWE se dio cuenta de eso, pues era innegable que en todo el mundo había grandes exponentes como Kana (Asuka) o como Sara Del Rey, que era la única que se podía medir contra El Genérico (Sami Zayn). De ahí se forjaron los cimientos para hoy tener una Charlotte Flair, una Reah Ripley o en nuestro caso, una Stephanie Vaquer.
–Hoy en día, ¿cómo ves la lucha femenina a nivel mundial?
–Me encanta porque creo que todas tenemos un lugar y podemos desarrollarnos como queremos. Hay muchas que quieren ser divas, Chelsea Green lo dice a viva voz. A ella le encanta esa época y fue la primera campeona de Estados Unidos. Merecido. Tenemos a Stephanie Vaquer, una máquina que, por su nivel, está en lo alto. O a Liv Morgan, que es muy distinta a Reah Ripley. Están las mexicanas, las japos, las chilenas, todas tenemos algo distinto que aportar y cada una tiene su lugar. Las mujeres somos el claro ejemplo de que podemos ser cualquier cosa que queramos, en la lucha libre y en la vida, para que las niñas y niños lo vean, porque da lo mismo el género a la hora de que se sientan inspirados y logren lo que quieran.
–En este rato me quedó claro que Shawn Michaels es tu preferido, ¿pero tu luchadora quién sería?
–Sara del Rey. También me gustaba mucho Bayley en su época hugger, cuando abrazaba a la gente y tenía que ver más con los niños que con el fan en general. Su fandom eran los más chicos y eso fue súper importante, porque no era lo mismo que una Charlotte, una Becky (Lynch) o una Sasha (Banks), donde quizás sus personajes eran capaces de demostrar algo más grande. Bayley era una niña fan que le gustaba abrazar a la gente, dar cariño, y a mí me encanta eso. He tomado como referentes a Bayley y Michaels en mi desarrollo, sobre todo con lo de “Roma es Amor”, regalar poleras, esas cosas.
–Perdón el cliché periodístico, pero creo que aquí lo vale. ¿Qué le recomendarías a una chica que quiere convertirse en luchadora?
–Personalmente, me mantengo porque me encanta. Estoy enamorada de esto. Si realmente te gusta la lucha libre, o cualquier cosa que hagas, debes afrontar todo lo que eso conlleva. Entrenar, prepararse, buscar los mejores profesores y lugares. Si realmente quieres ser profesional, ahora lo puedes hacer más que nunca. Las chilenas que nos están representando en el extranjero, como todos los hombres que lo han hecho anteriormente, son una muestra de ello. No importa si eres pobre o si vives lejos, en otra ciudad. Tampoco la edad, el género, nada. Vas a encontrar tu camino. Lo otro que aconsejo es que escuchen los consejos de quienes han construido algo. Y que sean constantes, que en algún momento les llegará algo bueno.
