Traducir el nombre de Martin Scorsese a cine de calidad es casi un axioma porque es uno de los directores vivos que da cátedra audiovisual y narrativa a la hora de contar historias. Se trata de un cineasta que no solo ha triunfado en un sentido crítico, sino que también comercial.
Una de las películas que entra dentro de esta categoría es Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990), que desarrolla de una forma hábil y entretenida uno de los temas centrales de la filmografía de Scorsese, la corrupción de su protagonista de la mano de su auge y caída. Es un film que, además, por estos días será posible ver en pantalla grande pues este lunes 5 de junio Cinemark lo reestrenará en el marco del aniversario de los 100 años de Warner. Si no, también se puede encontrar en HBO Max.
Basada en el libro Wiseguy (1985, Nicholas Pileggi), quien participó como coautor del guión, y protagonizada por Ray Liotta, Robert De Niro, Joe Pesci, la película sigue la vida de Henry Hill (Ray Liotta) quien en su primera escena entrega el tono de la historia con una admisión: “Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, quise ser un gánster”.
¿Cómo no? Desde pequeño, la familia criminal Lucchese residió en su barro, de origen italiano en el East New York por aquellos años 50, y su imagen lo es todo para él: con la que se identifica, la que idolatra y provoca que quiera trabajar para ellos, abandonando la escuela a primera oportunidad y pese a los intentos de su padre por evitarlo. Ahí comienza la primera parte de la vida de Henry y las lecciones que irá aprendiendo al sumarse a la mafia bajo la tutela del capo Paul «Paulie» Cicero (Paul Sorvino) y sus asociados, Jimmy «The Gent» Conway (Robert De Niro), y Tommy DeVito (Joe Pesci).

Ya de adulto disfruta la vida que le entrega el mundo criminal, dinero, mujeres y otras particularidades a las que accede después de debutar en el mundo de los atracos. Pero como todo, las cosas se irán poniendo difíciles: por un lado, después de que Tommy asesina de manera brutal a un mafioso de otra familia quien no podía ser agredido sin el permiso de los capos, deberán ocultar el cuerpo lo que les traerá consecuencias desastrosas.
Pero hasta ahí con los spoilers, vamos al análisis: Scorsese es de esos directores premium que no tienen malas películas –habrá quienes digan que las hay, pero en esta redacción mantenemos la tesis–, a lo más, films que quizás no rinden al nivel de las mejores. No es el caso de Goodfellas que se ha convertido en una de las mejores historias del cine sobre mafia, ahí, en el panteón junto con El Padrino (The Godfather, 1972, Francis Ford Coppola).
El director de origen italiano resalta a nivel narrativo con escenas vivaces, momentos llenos de humor negro y ese suspenso angustioso de ver cómo un hombre puede destruir su vida. La narración en primera persona permite esa sensación de intimidad, incluso voyeurismo, que hace que el espectador se sienta tan bien como Henry cuando es exitoso y tan terrible como él cuando comienza su caída.
En el aspecto audiovisual tampoco hay quejas. Planos que ya se han visto en otras de sus obras, en esta son destacables, en especial un plano secuencia que sigue a Henry y con el que nos involucramos tanto como él en los privilegios de vivir en el submundo.
Las actuaciones son otro eje que hace de Goodfellas un clásico: un Ray Liotta, fallecido hace poco más de un año, que entrega la que podría ser su mejor actuación, humanizando a un personaje que de todas formas se hace odiable, pero a quien inculca vulnerabilidad y arrogancia a partes iguales. A su lado está Robert de Niro, quien como Scorsese es incapaz de hacer mal un rol –de nuevo, incluso los más nuevos, esos de humor fácil, entretienen–, y un Joey Pesci que encarna violencia, humor y perturbación.
La banda sonora también es impecable. Al igual que otras películas del director, ocupa música ya existente y que pertenece a los años en los que seguimos a Henry. Así, tenemos clásicos como Ain’t That a Kick in the Head, cantada por Dean Martin, o Baby I Love You en la voz de Aretha Franklin.
Goodfellas es una película que se tiene que ver alguna vez, aunque suene como un comentario cliché o, peor, de ese tono cinéfilo insoportable, pero es así pues Scorsese brilla en todas las áreas necesarias para no solo entretener, sino que también brindar una historia que llama la atención y que conecta, para bien o mal, con su protagonista.